Teatro Arriaga

El Teatro Arriaga, inaugurado en 1890, es un edificio de estilo neobarroco, diseñado por el arquitecto Joaquín de Rucoba, que recibe su nombre del compositor Juan Crisóstomo de Arriaga, compositor bilbaíno conocido nada más y nada menos como el Mozart español.

En el mismo lugar donde se encuentra actualmente el Teatro Arriaga se encontraba el “Teatro de la Villa”. Dado que las dimensiones de este Teatro de la Villa no cubrían la demanda de la ciudad y había quedado seriamente dañado durante las guerras Carlistas, en 1883 se decide sustituir por este nuevo edificio.

Para llevar a cabo la construcción del teatro, Joaquín de Rucoba tuvo primero que diseñar y posteriormente llevar a cabo la ampliación de los muelles de carga adyacentes a los terrenos del teatro, ya que los vecinos del Casco Viejo temían que el nuevo teatro obstaculizara los trabajos en los muelles y no permitiera la ventilación de la inmediata calle Bidebarrieta, que da acceso a la parte antigua de la ciudad.

Así, el 31 de mayo de 1890 se inauguró el moderno Teatro Arriaga con la ópera La Gioconda. El teatro dispuso en su origen de todas las novedades tecnológicas de la época: se dotó de iluminación eléctrica e incluso se instaló un sistema mediante el cual las actuaciones podían seguirse desde casa por teléfono.

El interior del teatro destaca por el uso del hierro en todo el entramado, así como en los elementos de sustento del edificio, en previsión de un posible incendio. En cuanto a la construcción del exterior, se utilizaron los materiales típicos de la época: sillería y ladrillo El viajero observador encontrará similitudes con los teatros franceses de la época, sobre todo del Teatro de la Renaissence de Paris.

En la fachada principal puede observarse abundante decoración escultórica, especialmente la lira, bajo la que se ubica el reloj. La parte central por su parte, está unida por dos cuerpos menores a modo de torrecillas, a otros dos cuerpos laterales de menor altura. Todos los balcones del edificio se sustentan sobre esculturas en forma de atlantes o titanes.

Si el viajero tiene tiempo para asistir a una representación, observará que la entrada al patio de butacas se efectúa desde un segundo piso, ello es así porque se encomendó al arquitecto habilitar todos los bajos del teatro para locales comerciales. En la construcción inicial del teatro, como era costumbre en la época, se dejaban claras las diferencias de clase y por el acceso principal únicamente podían acceder los afortunados que pudieran costearse una entrada de butaca de patio o palco, el resto del público debía acceder a sus localidades por las entradas laterales.

El palco de autoridades fue diseñado inspirándose en el Tren Orient Express, y llaman igualmente la atención, pero por su sobriedad, los dos palcos en el escenario, con entrada independiente y sin decoración alguna, destinado a las viudas, a las que en la época de la construcción del teatro se las exigía discreción por respeto al difunto.

Perdiendo el brillo de épocas pasadas (como todo el resto de la ciudad, sumida en una profunda crísis), en 1980, dadas las malas condiciones en las que se encontraba el teatro, el Ayuntamiento de Bilbao decide cerrarlo al público. No obstante, en 1986 se finaliza su útlima gran remodalación y se produce la reapertura quedando tal y como se encuentra en la actualidad.